El sentido
de la Libertad es algo que aún no ha sido entendido por la Humanidad.
Sobre el
concepto Libertad, planteado siempre en forma más o menos equivocada, se han
cometido gravísimos errores.
Ciertamente
se pelea por una palabra, se sacan deducciones absurdas, se cometen atropellos
de toda especie y se derrama sangre en los campos de batalla.
La palabra
Libertad es fascinante, a todo el mundo le gusta, sin embargo, no se tiene
verdadera comprensión sobre la misma, existe confusión en relación con esta
palabra.
No es
posible encontrar una docena de personas que definan la palabra Libertad en la
misma forma y del mismo modo.
El término
Libertad, en modo alguno sería comprensible para el racionalismo subjetivo.
Cada cual
tiene sobre este término ideas diferentes: opiniones subjetivas de las gentes
desprovistas de toda realidad objetiva.
Al
plantearse la cuestión Libertad, existe incoherencia, vaguedad, incongruencia
en cada mente.
Estoy seguro
que ni siquiera Don Emmanuel Kant, el autor de la Crítica de la Razón Pura, y
de la Crítica de la Razón Práctica, jamás analizó esta palabra para darle el
sentido exacto.
Libertad,
hermosa palabra, bello término: ¡Cuántos crímenes se han cometido en su nombre!
Incuestionablemente,
el término Libertad ha hinoptizado a las muchedumbres; las montañas y los
valles, los ríos y los mares se han teñido con sangre al conjuro de esta mágica
palabra...
Cuántas
banderas, cuánta sangre y cuántos héroes han sucedido en el curso de la
Historia, cada vez que sobre el tapete de la vida se ha puesto la cuestión
Libertad.
Desafortunadamente,
después de toda independencia a tan alto precio lograda, continúa dentro de
cada persona la esclavitud.
¿Quién es
libre?, ¿quién ha logrado la famosa libertad?, ¿cuántos se han emancipado?,
¡ay, ay, ay!
El
adolescente anhela libertad; parece increíble que muchas veces teniendo pan,
abrigo, y refugio, se quiera huir de la casa paterna en busca de libertad.
Resulta
incongruente que el jovencito que tiene todo en casa, quiera evadirse, huir,
alejarse de su morada, fascinado por el término libertad. Es extraño que
gozando de toda clase de comodidades en hogar dichoso, se quiera perder lo que
se tiene, para viajar por esas tierras del mundo y sumergirse en el dolor.
Que el
desventurado, el paria de la vida, el mendigo, anhele de verdad alejarse de la
casucha, de la choza, con el propósito de obtener algún cambio mejor, resulta
correcto; pero que el niño bien, el nene de mamá, busque escapatoria, huir
resulta incongruente y hasta absurdo; empero esto es así; la palabra Libertad,
fascina, hechiza, aunque nadie sepa definirla en forma precisa.
Que la
doncella quiere libertad, que anhela cambiar de casa, que desee casarse para
escapar del hogar paterno y vivir una vida mejor, resulta en parte lógico,
porque ella tiene derecho a ser madre; sin embargo, ya en vida de esposa,
encuentra que no es libre, y con resignación ha de seguir cargando las cadenas
de la esclavitud.
El empleado,
cansado de tantos reglamentos, quiere verse libre, y si consigue independizarse
se encuentra con el problema que continúa siendo esclavo de sus propios
intereses y preocupaciones.
Ciertamente,
cada vez que se lucha por la Libertad, nos encontramos defraudados a pesar de
las victorias.
Tanta sangre
derramada inútilmente en nombre de la Libertad, y sin embargo continuamos
siendo esclavos de sí mismos y de los demás.
Las gentes
se pelean por palabras que nunca entienden, aunque los diccionarios las
expliquen gramaticalmente.
La Libertad
es algo que hay que conseguir dentro de sí mismo. Nadie puede lograrla fuera de
sí mismo.
Cabalgar por
el aire es una frase muy oriental que alegoriza el sentido de la genuina
Libertad.
Nadie podría
en realidad experimentar la Libertad en tanto su conciencia continúe
embotellada en el sí mismo, en el mí mismo.
Comprender
este yo mismo, mi persona, lo que yo soy, es urgente cuando se quiere muy
sinceramente conseguir la Libertad.
En modo
alguno podríamos destruir los grilletes de la esclavitud sin haber comprendido
previamente toda esta cuestión mía, todo esto que atañe al yo, al mí mismo.
¿En qué
consiste la esclavitud?, ¿qué es esto que nos mantiene esclavos?, ¿cuáles son
estas trabas?, todo esto es lo que necesitamos descubrir.
Ricos y
pobres, creyentes y descreídos, están todos formalmente presos aunque se
consideren libres.
En tanto la
conciencia, la esencia, lo más digno y decente que tenemos en nuestro interior,
continúe embotellada en el sí mismo, en el mí mismo, en el yo mismo, en mis
apetencias y temores, en mis deseos y pasiones, en mis preocupaciones y
violencias, en mis defectos psicológicos; se estará en formal prisión.
El sentido
de Libertad sólo puede ser comprendido íntegramente cuando han sido aniquilados
los grilletes de nuestra propia cárcel psicológica.
Mientras el
"yo mismo" exista la conciencia estará en prisión; evadirse de la
cárcel sólo es posible mediante la aniquilación budista, disolviendo el yo,
reduciéndolo a cenizas, a polvareda cósmica.
La
conciencia libre, desprovista de yo, en ausencia absoluta del mí mismo, sin
deseos, sin pasiones, sin apetencias ni temores, experimenta en forma directa
la verdadera Libertad.
Cualquier
concepto sobre Libertad no es Libertad. Las opiniones que nos formemos sobre la
Libertad distan mucho de ser la Realidad. Las ideas que nos forjemos sobre el
tema Libertad, nada tienen que ver con la auténtica Libertad.
La Libertad
es algo que tenemos que experimentar en forma directa, y esto sólo es posible
muriendo psicológicamente, disolviendo el yo, acabando para siempre con el mí
mismo.
De nada
serviría continuar soñando con la Libertad, si de todas maneras proseguimos
como esclavos.
Más vale
vernos así mismos tal cual somos, observar cuidadosamente todos estos grilletes
de la esclavitud que nos mantienen en formal prisión.
Auto-conociéndonos,
viendo lo que somos interiormente, descubriremos la puerta de la auténtica
Libertad.
Fuente:
Libro: La Gran Rebelión.- Autor: VM Samael