Incuestionablemente
cada persona tiene su propia psicología particular, esto es irrebatible,
incontrovertible, irrefutable.
Desafortunadamente
las gentes nunca piensan en esto y muchos ni lo aceptan debido a que se hallan
atrapados en la mente sensorial.
Cualquiera
admite la realidad del cuerpo físico porque lo puede ver y palpar, empero la
Psicología es cuestión distinta, no es perceptible para los cinco sentidos y
por ello la tendencia general a rechazarla o simplemente a subestimarla y
despreciarla calificándose de algo sin importancia.
Indubitablemente
cuando alguien comienza a auto-observarse es señal inequívoca de que ha
aceptado la tremenda realidad de su propia psicología.
Es claro que
nadie intentaría auto-observarse si no encontrara antes un motivo fundamental.
Obviamente
quien inicia la auto-observación se convierte en un sujeto muy diferente a los
demás, de hecho indica la posibilidad de un cambio.
Desafortunadamente
la gente no quiere cambiar, se contenta con el estado en que vive.
Causa dolor
ver cómo las gentes nacen, crecen, se reproducen como bestias, sufren lo
indecible y mueren sin saber porqué.
Cambiar es
algo fundamental, pero ello es imposible si no se inicia la auto-observación
psicológica.
Es necesario
empezar a verse a sí mismo con el propósito de auto-conocernos, pues en verdad
el humanoide racional no se conoce a sí mismo.
Cuando uno
descubre un defecto psicológico, de hecho ha dado un gran paso porque esto le
permitirá estudiarlo y hasta eliminarlo radicalmente.
En verdad
que nuestros defectos psicológicos son innumerables, aunque tuviéramos mil
lenguas para hablar y paladar de acero no alcanzaríamos a enumerarlos a todos
cabalmente.
Lo grave de
todo esto es que no sabemos medir el espantoso realismo de cualquier defecto;
siempre le miramos en forma vana sin poner en él la debida atención; lo vemos
como algo sin importancia.
Cuando
aceptamos la doctrina de los muchos y entendemos el crudo realismo de los siete
demonios que Jesús el Cristo sacó del cuerpo de María Magdalena,
ostensiblemente nuestro modo de pensar con respecto a los defectos
psicológicos, sufre un cambio fundamental.
No está de
más afirmar en forma enfática que la doctrina de los muchos es de origen
Tibetano y Gnóstico en un ciento por ciento.
En verdad
que no es nada agradable saber que dentro de nuestra persona viven cientos y
miles de personas psicológicas.
Cada defecto
psicológico es una persona diferente existiendo dentro de nosotros mismos aquí
y ahora.
Los siete
demonios que el Gran Maestro Jesús el Cristo arrojó del cuerpo de María
Magdalena son los siete pecados capitales: Ira, Codicia, Lujuria, Envidia,
Orgullo, Pereza, Gula.
Naturalmente
cada uno de estos demonios por separado es cabeza de legión.
En el viejo
Egipto de los Faraones, el iniciado debía eliminar de su naturaleza interior a
los demonios rojos de SETH si es que quería lograr el despertar de la
conciencia.
Visto el
realismo de los defectos psicológicos, el aspirante desea cambiar, no quiere
continuar en el estado en que vive con tanta gente metida dentro de su psiquis,
y entonces inicia la auto-observación.
A medida que
nosotros progresamos en el trabajo interior podemos verificar por sí mismos un
ordenamiento muy interesante en el sistema de eliminación.
Uno se
asombra cuando descubre orden en el trabajo relacionado con la eliminación de
los múltiples agregados psíquicos que personifican a nuestros errores.
Lo
interesante de todo esto es que tal orden en la eliminación de defectos se
realiza en forma graduativa y se procesa de acuerdo con la Dialéctica de la
Conciencia.
Nunca jamás
podría la dialéctica razonativa superar la formidable labor de la dialéctica de
la conciencia.
Los hechos
nos van demostrando que el ordenamiento psicológico en el trabajo de
eliminación de defectos es establecido por nuestro propio ser interior
profundo.
Debemos
aclarar que existe una diferencia radical entre el Ego y el Ser. El Yo jamás
podría establecer orden en cuestiones psicológicas, pues en sí mismo es el
resultado del desorden.
Solo el Ser
tiene poder para establecer el orden en nuestra psiquis. El Ser es el Ser. La
razón de ser del Ser es el mismo Ser.
El
ordenamiento en el trabajo de auto-observación, enjuiciamiento y eliminación de
nuestros agregados psíquicos, va siendo evidenciado por el sentido juicioso de
la auto-observación psicológica.
En todos los
seres humanos se halla el sentido de la auto-observación psicológica en estado
latente, mas se desarrolla en forma graduativa a medida que vayamos usándolo.
Tal sentido
nos permite percibir directamente y no mediante simples asociaciones
intelectuales, los diversos yoes que viven dentro de nuestra psiquis.
Esta
cuestión de las extrapercepciones sensoriales comienza a ser estudiada en el
terreno de la Parapsicología, y de hecho ha sido demostrada en múltiples
experimentos que se han realizado juiciosamente a través del tiempo y sobre los
cuales existe mucha documentación.
Quienes
niegan la realidad de las extrapercepciones sensoriales son ignorantes en un
ciento por ciento, bribones del intelecto embotellados en la mente sensual.
Sin embargo
el sentido de la auto-observación psicológica es algo más profundó, va mucho
más allá de los simples enunciados parapsicológicos, nos permite la
auto-observación íntima y la plena verificación del tremendo realismo subjetivo
de nuestros diversos agregados.
El
ordenamiento sucesivo de las diversas partes del trabajo relacionadas con el
tema este tan grave de la eliminación de agregados psíquicos, nos permite
inferir una "memoria-trabajo" muy interesante y hasta muy útil en la
cuestión del desarrollo interior.
Esta
memoria-trabajo, si bien es cierto que puede darnos distintas fotografías
psicológicas de las diversas etapas de la vida pasada, juntadas en su totalidad
traerían a nuestra imaginación una estampa viva y hasta repugnante de lo que
fuimos antes de iniciar el trabajo psico-transformista radical.
No hay duda
de que jamás desearíamos regresar a esa horrorosa figura, viva representación
de lo que fuimos.
Desde este
punto, tal fotografía resultaría útil como medio de confrontación entre un
presente transformado y un pasado regresivo, rancio, torpe y desgraciado.
La
memoria-trabajo se escribe siempre a base de sucesivos eventos psicológicos
registrados por el centro de auto-observación psicológica.
Existen en
nuestra psiquis elementos indeseables que ni remotamente sospechamos.
Que un
hombre honrado, incapaz de tomarse jamás nada ajeno, honorable y digno de toda
honra, descubra en forma insólita una serie de yoes ladrones habitando en las
zonas más profundas de su propia psiquis, es algo espantoso, mas no imposible.
Que una
magnífica esposa llena de grandes virtudes o una doncella de exquisita
espiritualidad y educación magnífica, mediante el sentido de la auto-observación
psicológica descubre en forma inusitada que en su psiquis íntima vive un grupo
de yoes prostitutas, resulta nauseabundo y hasta inaceptable para el centro
intelectual o el sentido moral de cualquier ciudadano juicioso, mas todo eso es
posible dentro del terreno exacto de la auto-observación psicológica.
Fuente:
Libro: La Gran Rebelión.- Autor: VM Samael