sábado, 7 de diciembre de 2019

El Juicio a las Almas


El Rayo de la Muerte está compuesto de puro fuego; es el fuego que viene a desintegrar. Vencemos ese Rayo cuando nos liberamos totalmente. Pero mientras estemos metidos dentro del tiempo, estamos sujetos a ese Rayo. 


El V.M. Samael dice que este Rayo reduce el cuerpo físico a una quintaesencia molecular, porque únicamente viene a quedar la parte astral. Lo demás queda abolido.

Al momento de dejar el cuerpo físico, todos incluyendo los iniciados tienen que pasar por ese proceso. No puede haber muerte sin haber un Ángel (de la Muerte) presente.

—V.M. ¿un mago negro puede cortar el cordón de plata?

—Ha habido muchos casos en que se ha dado esto, por eso les insinúo mucho a ustedes la necesidad de despertar. Como uno es inconsciente y tiene sus raíces en el Abismo, el Ego nos domina y nos lleva hasta allá, donde fácilmente un mago negro puede cortarnos el cordón de plata y quedarnos definitivamente en el Abismo.

Como vuelvo y repito, si la gente fuera consciente no tendría porqué ir a pasar esos ratos allá. Estando consciente se apela a una conjuración, apela a su Padre Interno. En fin, tantos recursos que hay para favorecerse...

Hasta el último juicio puede uno conservar el cuerpo físico. Y para darles un ejemplo, voy a narrarles lo siguiente:

A un señor que vive en Pereira, Colombia, quien cuidó por un tiempo la sede que había en Ciénaga lo rescaté en momentos en que lo iban a desencarnar.

Llegué a mi casa cuando me dijeron que él se está muriendo.. Ya con el frío de la muerte, lo toqué y me dijo: "Don Joaquín, me estoy muriendo, estoy muerto ya". Lo acostaron en una cama y yo en otra. Me salí del cuerpo y cuando llegué al Tribunal, lo tenían en el banco de los acusados. No lo habían juzgado porque faltaba el Maestro Rabolú. Estaba todo el Tribunal reunido.

Llegué y me lancé a buscar en los libros una salida, pero no había dharma. Entonces, por intuición, pregunté a los Jueces: "¿Qué ganamos nosotros con quitarle el cuerpo físico a este señor?" Se paró uno y me dijo: "Está escrito y se cumple".

Les respondí: "No estoy diciendo que no esté escrito y que no se cumpla, sino qué nos ganamos con quitarle el vehículo físico". Contestaron: "Nada". Entonces les dije: "En vez de quitarle el cuerpo físico, por qué no le prolongamos la vida. El está dentro del Movimiento Gnóstico y puede sacarle mucho provecho a ese cuerpo todavía, para que cuando desencarne lleve algo". Me concedieron la petición.

Al momento en que volví al cuerpo físico, el señor ya había regresado; me abrazó. Lloraba como un niño. Trajo todo el recuerdo y él quedó convencido de lo que es ese sufrimiento. Le pregunté a qué le atribuía eso y me dijo:

"Usted estaba allí... yo estaba en estas condiciones... pasó esto y esto y esto..."

El permanece fiel al Movimiento. Cuando estuvo cuidando la Sede en Ciénaga, los enemigos lo amenazaban con tirarle bombas y él permaneció allí.

—Maestro, cuando una persona desencarna, ¿es conveniente que ese cuerpo físico sea incinerado?

—Ojalá fuera ley en Colombia y en el mundo entero la incineración de los cadáveres, porque, por un lado se evitan muchas epidemias; por otro lado, el Ego desencarnado pasa a liberarse de la materia.

En ese proceso de la muerte, el Ego sigue metiéndose dentro del cuerpo en descomposición y en la casa donde habitan los familiares del desencarnado. Entonces, ese Ego anda por todas partes impregnando de inmundicia todo.

De modo, pues, que nos evitaríamos muchos problemas con la incineración de los cadáveres.

—Maestro, en relación con el significado de esta lámina que aparece al iniciar el capítulo, titulada "El juicio a las almas",(1) ¿usted podría dar alguna explicación?

—Esta es lámina completamente esotérica, porque trata del Alma cuando va a ser pesada, juzgada o cuando están rescatándola de las tinieblas. Esto quiere decir la muerte.

El Intimo toma parte en el juicio para poder retirar su Alma. Ahí está el Juez a quien le toca pesar y el chacal de chacales que es Anubis, quien da el veredicto, la última palabra.



(1 Hace referencia a la representación egipcia del juicio a las almas.)



En otra lámina se está rescatando el Alma de las tinieblas. Ahí vemos al Intimo, los dos jueces; la Madre Divina, representada por la mujer. Vemos al Intimo rescatando a su Alma. Pero no es que él vaya a sacarla directamente de las tinieblas, sino que es un simbolismo de la muerte mística. O sea, que el Intimo rescata a su Alma por medio del factor Muerte, con la desintegración de los defectos. El va trabajando, ayudándola para rescatarla de las tinieblas. Eso simboliza esta lámina.

Si la Esencia no obedece, entonces la cogen los dos jueces y la castiga la Ley. Y como ella está envuelta, o presa, en la Naturaleza, no tiene por dónde escapar. Por donde quiera evadirse, ahí está la Ley. Así que a uno no le queda otra alternativa sino morir, o sea, trabajar con los tres factores, pues con base en la muerte es que vamos liberando la Esencia.

—Si Anubis, como máxima autoridad, dio un veredicto adverso a la defensa que hizo el

Juez, y todo el mundo se inclina, ¿qué puede hacer la Madre Divina ante eso?

—Ante el veredicto de los cuarenta y dos jueces la Madre Divina no puede hacer nada, porque es una cosa justa. No hay apelación. Por ejemplo, si yo estoy defendiendo a una persona y me doy cuenta que el argumento no es suficiente, soy el primero que pongo "manos arriba". No espero la última palabra de Anubis, sino que de una vez me inclino ante él y pido sentencia, porque ahí está actuando es la Conciencia de uno. Entonces, si soy consciente de que no tengo argumentos —para defender— le entrego el caso a Anubis y que se cumpla la Ley.



—¿Y en el caso contrario, si sus argumentos para defender son claros, verídicos, la

Conciencia con la que usted actúa sabe cuál va a ser el veredicto de Anubis?

—Claro, yo lo sé y por eso no pueden echarme abajo lo mío, porque ahí está actuando la Conciencia. Para ilustrarles mejor, voy a contarles sobre una defensa que me tocó hacer: Desencarnó un hermano a eso de la una de la tarde y me cogió el sueño. Cuando yo siento un sueño, así cíe repente, voy a acostarme rápido porque es seguro que me están necesitando.

Cuando llegué al Tribunal, ya estaba el Maestro Rabolú haciendo la defensa y me quedé escuchándolo, analizando bien la defensa que estaba haciendo. Yo la encontraba deficiente porque entendía que hacía falta algo. El Maestro estaba defendiendo a la víctima pero le faltaba un argumento más concreto. Yo veía un poco fallo el asunto y

me sentía incómodo esperando la oportunidad de meterme, hasta que lo hice.

Entonces me incorporé al Maestro y de inmediato apelé al libro. Pero me quedé con las manos arriba porque no había el dharma suficiente para la defensa. Entonces, por intuición, se me ocurrió hacerle una pregunta al Tribunal:

"¿Que es Dios?"

Respondieron: "Dios es Amor".

Después les pregunté: "¿Y el Amor con qué se alimenta?" Contestaron: "El Amor se alimenta con Amor".

Entonces les dije: "Este señor desencarnó sirviéndole a la humanidad por Amor, tanto, que puedo probarles que momentos antes de desencarnar, estaba escribiendo una

fórmula para una enferma. De modo que él murió sirviéndole a la humanidad por Amor, porque él no explotaba a nadie".

Con eso les gané la batalla, porque lo iban a castigar. Los Jueces de la Ley se basan en lo que está escrito: karma y dharma. Al haber dharma suficiente arrastra al karma. En ese caso gané la defensa. O sea, la víctima no paga un castigo riguroso. Yo soy dueño de esa víctima, ella quedó a mi cargo y también le escojo el punto donde deba estar, mientras que por Ley tenga que volver.

En el Tribunal del karma el banco de los acusados está a la izquierda, y uno, al entrar lo ve. Adelante hay una reja y de ahí no se puede pasar. Cuando veo que el Maestro (Rabolú) necesita el Bodhisattwa, pido permiso y me incorporo a él.

Esto solamente ocurre cuando el Maestro Rabolú está haciendo una defensa, y necesita de su Bodhisattwa. Pero mientras el Maestro no lo necesite, hay que guardar distancia. Para eso es la reja.

—En esto de la defensa, ¿por qué el Maestro Rabolú necesita de su Bodhisattwa?

—El Maestro se las sabe todas de tejas para arriba, pero como tiene que coordinarse la parte tridimensional —o sea, las obras nuestras— con lo espiritual, necesita de su Bodhisattwa.

Por eso todo Maestro tiene que mandar su Bodhisattwa, porque necesita el conocimiento del mundo tridimensional, y él representa lo espiritual. Yo me he dado cuenta de defensas que el Maestro Rabolú ha hecho sin el Bodhisattwa, y las encuentro deficientes.



Entonces, cuando ya se incorpora el Maestro en su Bodhisattwa, todo cambia en un ciento por ciento. Ya la defensa es más perfecta, más lógica. Porque, como el Maestro se entiende, es con lo de tejas para arriba. Se equilibra completamente con el alma humana o parte tridimensional. Por eso todo Maestro tiene que mandar su Bodhisattwa, para unir las dos partes: la humana y la divina; para que haya un equilibrio. Entonces la actuación es perfecta.

—¿Por qué los Jueces de la Ley usan máscaras?

—Porque ese es su uniforme de trabajo. Por ejemplo, los Caballeros Tigres tienen como uniforme de trabajo un traje de tigre, y el de los Ángeles de la Muerte es una calavera. Así sucesivamente. Cada quien tiene su uniforme de trabajo.

—¿A uno siempre le defiende un solo Juez? ¿O se da el caso de que dos Jueces intervengan en una defensa?

—Hay veces que sí, pues existen casos en que un Juez ha ayudado a una persona, y otro Juez también la ha ayudado. Ambos son defensores y también acusadores, porque si uno trata de burlarse de ellos, entonces le "aprietan la espuela".