sábado, 7 de diciembre de 2019

Epilogo


Cuando llegué a México por segunda vez, estaba en un parque con el Maestro (Samael), recibiendo enseñanzas y de repente dice el Maestro: "Joaco, te tengo anotado en mi archivo como el misionero que ha hecho entrar más gente al Movimiento Gnóstico; son miles y miles". 


Pero también me dijo: "Si de todos esos miles y miles que han entrado por intermedio tuyo, se salvara uno, con ese entrarías tú al Reino de los Cielos, entrarías al Absoluto". ¿Qué me quiso decir? Que no había nada, nada. Sin un discípulo, sin presentar una obra allá no puede entrar uno. Un discípulo es una obra, pero un verdadero discípulo. No un aspirante sino un iniciado, un elemento con quien ya se cuenta.

—Entonces, V.M., ¿para poder entrar al Absoluto, definitivamente necesita presentar un discípulo?

—Uno no puede penetrar solo; tiene la obra que es la que lo hace entrar a uno allá. Si no presenta obra, ¿cómo va a entrar? ¿Cómo se va a superar? Fíjense ustedes que todo va relacionado, una cosa con la otra, porque si no lo tratan de egoísta: "Usted no se

sacrificó por la humanidad, no ha hecho su obra para que tenga derecho a su entrada", porque eso es egoísmo ante las Jerarquías.



Si nadie se liberó, él tiene que llenar los requisitos con la humanidad: no hubo más pero presentó esa obra. Siempre quedarán algunos a mitad del camino.

Vamos al caso del V.M. Samael, voy a mostrarles objetivamente, para responder mejor a esa pregunta. ¿El V.M. Samael a quién dejó liberado? A nadie, pero dejó gente en el camino. Entonces, eso le dio cabida a culminar su meta de la segunda montaña. Esa es su obra, ¿y quién le va a decir que no? ¿Y a quién le debemos nosotros lo poco que sabemos? A él.

Entonces, eso es lo que le pesan a uno en la balanza. Pero si usted, por ejemplo, se pone a trabajar y a luchar por su superación y se olvida de la humanidad, olvídese que entrará jamás al Reino de los Cielos. Jamás!

—¿Eso quiere decir que el Maestro tiene que presentar otro iniciado, no un liberado?

—No, no, un liberado no; un iniciado que ya esté cerca, que ya se cuente con él, porque para presentar un "maestrico" de cuarta, quinta de Mayores, eso no cuenta para nada. Es un elemento que ya esté mínimo en la segunda montaña, un elemento que sí presta esperanza y se cuente con él. Lo demás no se cuenta para nada.

Recuerdo muy claramente cuando el V.M. Samael iba culminando la segunda montaña. Iba por el camino y miró hacia abajo: solamente iba el V.M. Rabolú por el camino. Pero ese Maestro Rabolú para él era una obra, él lo dejó en el camino. Desde ese momento estoy luchando con alma, vida y corazón y sin pensamiento de que vaya a retroceder ni nada de esas cosas. ¡Cada vez me siento con más responsabilidad y más impulso para seguir adelante! Por eso les he rogado a las Jerarquías que no me quiten este cuerpo, hasta que no deje el Movimiento verdaderamente en su apogeo; que lo deje en el carril por donde debe seguir y después sí que me quiten el cuerpo; ya muero tranquilo, descansado.

De modo, pues, fíjense ustedes que a pesar cíe todos los miles y millones cíe personas que recibieron la enseñanza de él —la Gnosis—, sólo dejó uno en el camino. Esa es una obra que él presenta allá.

—¿Un Maestro podría entrar dichoso al Absoluto sin llevar tras de sí a un discípulo?

—La realidad es que ningún Maestro, sin excepción de ninguna especie, puede entrar al

Absoluto a gozar de la felicidad absoluta, sin haber presentado una obra, o sea, un

discípulo. De modo, pues, que hay dos aspectos muy fundamentales para explicar en estos momentos, sobre esa pregunta.

Una cosa es la vida mecánica por la cual pasa la mayor parte de la humanidad, donde de todas maneras puede entrar la Mónada al Absoluto sin haber presentado ninguna obra. Otra cosa en un Maestro liberado.

Entonces, si quiere uno llegar a la felicidad absoluta, y formar parte del mismo Absoluto, tiene que presentar una obra, aun cuando sea un solo discípulo; de lo contrario no podrá gozar de esa felicidad absoluta. Este es un orden a seguir, sin excepciones para nadie.

—Entonces, a pesar de toda la labor que usted está realizando y así haya completado todo su trabajo iniciático, si no presenta ese discípulo, ¿no llega a la Liberación?



—No, están cerradas las puertas del Cielo, porque uno tiene que entrar y dejar a otro en la puerta, ¿entendieron? O sea, un candidato y ese candidato no es cualquier aficionado, sino ya un gran iniciado que esté muy cerca de uno.

Por ejemplo, fíjense en el caso del Maestro Jesús con Judas. El presentó ese discípulo y todo iniciado tiene que presentar un discípulo, si quiere que el Absoluto se lo trague.

—Cuando ya llega a esa parte de su obra, ¿el Maestro tiene que hacerle algún trabajo especial a esa persona, para lograr impulsarla?

—Mire. Uno generalmente trabaja igual con todos. Al más adelantado se le va poniendo más cuidado, no por hacer una excepción, sino porque tiene que impulsar al que vea que echa adelante. Tal como hizo el V.M. Samael conmigo.

O sea, que uno va dándole más impulso a esos elementos que prestan esperanza, como se dice esotéricamente: "Fulano de tal está prestando esperanza". Hay que ponerle más atención, más cuidado, darle más asistencia.